El impacto del proyecto en comunidades de Bolivia: Mujeres, educación y autosostenibilidad

Córdoba, 30 de noviembre de 2023. / En esta entrevista con Marina Álvarez, quien ha dedicado tres meses de su vida como cooperante en el proyecto, vamos a explorar su experiencia y su aprendizaje en el contexto de las múltiples problemáticas, dificultades y necesidades que encontró en el camino. Porque, como ella misma dice, “la vida es un viaje”.

Marina, puedes comenzar compartiendo tus impresiones iniciales al llegar a Bolivia y adentrarte en este proyecto.

A mi llegada a Bolivia, me encontré con una realidad compleja y desafiante en las comunidades indígenas del norte de Potosí. A nivel social y político, observé un sistema organizativo comunitario debilitado por conflictos políticos, un monolingüismo predominante (quechua y aymara) que dificultaba la comunicación con el mundo exterior, lo que podía resultar en cierto aislamiento. Las mujeres en estas comunidades a menudo desconocían sus derechos, lo que las dejaba en una posición vulnerable. Además, había un flujo migratorio de jóvenes y adultos en busca de mejores condiciones de vida, lo que desestructuraba muchas familias. La falta de acceso a alimentos y productos básicos era otro desafío, y la vulneración de los derechos de la infancia era evidente, con un gran número de niños en las calles sin acceso a educación ni oportunidades de vida. La falta de resiliencia, tanto a nivel personal como comunitario, dificultaba la capacidad de enfrentar los problemas cotidianos.

Desde la perspectiva de la salud, había dificultades para acceder a alimentos variados y nutritivos, y los hábitos alimenticios eran poco saludables. La falta de recursos y prevención contra el COVID-19 era preocupante, y los altos niveles de desnutrición agravaban la situación. A nivel educativo, había poco apoyo municipal a la educación alternativa, lo que generaba abandono escolar, especialmente entre las niñas. La pandemia cerró escuelas y la brecha digital dificultó la educación a distancia.

En el ámbito económico-productivo, la pobreza se estaba incrementando debido a la falta de recursos y la pandemia. La crianza de animales y la agricultura eran poco productivas, en parte debido a factores climáticos, falta de especialización y escasos recursos. Las mujeres, en particular, enfrentaban desigualdades económicas debido a la carga de trabajo no remunerado en el hogar.

Además, las altas tasas de feminicidios y violencia machista en Bolivia eran alarmantes. Las mujeres se encontraban atrapadas en un ciclo de precariedad laboral y marginalidad debido a sus responsabilidades en el hogar. La pandemia agravó aún más estas violencias.

Marina, ¿cómo describirías tu experiencia personal y profesional en este proyecto?

Esta experiencia ha sido un viaje de autodescubrimiento y aprendizaje, tanto a nivel personal como profesional. A pesar de las diferencias culturales y lingüísticas, he sido testigo de cómo las mujeres, unidas, pueden superar barreras y generar encuentros significativos. Además de haber podido experimentar conexiones muy bonitas, profundas y reales con muchas de estas mujeres a pesar del lenguaje y otras diferencias culturales. A nivel profesional, ha sido un privilegio conocer diferentes enfoques educativos y mentalidades, así como formas de entender la educación como un proceso que nos acompaña toda la vida. En este sentido, tengo que agradecer el apoyo y el trabajo de los CEAs, los Centros de Educación Alternativa. La base de esta educación ha sido el respeto por la madre tierra y la promoción de valores.

Cuál consideras que ha sido el impacto de este proyecto en las comunidades indígenas en Bolivia?

Durante dos años, este proyecto ha brindado conocimientos en salud, nutrición, derechos humanos, igualdad de género, resiliencia comunitaria y valores. Esto ha tenido como objetivo mejorar la autosostenibilidad en las familias y participantes del proyecto con recursos limitados. Se han generado oportunidades de formación y producción en diversos aspectos, desde la agricultura hasta la transformación de alimentos y la creación de insumos de bioseguridad. En resumen, se ha buscado empoderar a estas comunidades desde múltiples perspectivas, pero siempre con las mujeres como protagonistas del cambio.

Finalmente, ¿qué mensaje te gustaría transmitir a aquellos que lean esta entrevista?

Mi experiencia en Bolivia me ha mostrado la fortaleza y sabiduría de las mujeres que enfrentan desafíos en un mundo injusto y violento. Las comunidades indígenas han demostrado resiliencia y un fuerte compromiso con la autosostenibilidad. Mi mensaje es de admiración y apoyo a estas comunidades, así como un llamado a la conciencia y la acción para promover la igualdad de género, la educación y el respeto por la madre tierra. Juntos, podemos hacer del mundo un lugar mejor. Animo a la gente a sumergirse en estas experiencias de voluntariado, es realmente enriquecedor.

 

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