Generadas iniciativas de desarrollo económico local y participación comunitaria con enfoque de género en el distrito de Massangena, Mozambique

SOBERANÍA ALIMENTARIA
Área de Cooperación Internacional para el Desarrollo y los Derechos Humanos

La intervención tenía como objetivo mejorar la calidad de vida de las familias que viven en las comunidades de Matambudje, Muchel, Matosondzone, Mucambene-Sede y Nhamadjio del Puesto Administrativo de Mavúe en el Distrito de Massangena, Provincia de Gaza. Para ello se trabajó en mejorar la capacidad productiva y organizativa de seis asociaciones agrícolas, la participación de las comunidades en los procesos de desarrollo locales y la cuestión de género. El socio local fue la Asociación para el Desarrollo de las Comunidades Rurales (ADCR), entidad privada sin fines de lucro cuya misión es promover y facilitar un desarrollo rural participativo para la mejora de la vida de las comunidades rurales de Mozambique. El proyecto, ejecutado durante el período de agosto 2017 a julio 2019, ha contado con financiamiento de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AACID) y la Diputación de Córdoba.

En el ámbito productivo las asociaciones han diversificado y aumentado sus niveles de producción de manera patente. Esto ha sido posible en primer lugar por la asistencia técnica permanente por parte de los técnicos agropecuarios contratados, figuras clave en la dinamización interna de las asociaciones. También se han puesto a disposición de las familias semillas y medios de producción adecuados, se ha fomentado el uso de biopesticidas y biofertilizantes fabricados con recursos locales, el empleo de técnicas adecuadas (siembra, conservación de suelos, rotación de cultivos, etc.) y el aumento de las áreas de producción por medio de la tracción animal. Muy importante ha sido la producción e introducción de hortalizas en la dieta alimentaria de las personas, algo poco habitual en el territorio.

               

Al mismo tiempo, se han fomentado los métodos de procesamiento y conservación de los alimentos, así como el almacenamiento de la producción en silos mejorados, consiguiendo reducir de manera significativa las pérdidas de productos y fortalecer la seguridad alimentaria de la población. La comercialización de los excedentes también ha sido una línea importante de trabajo, capacitando comités de comercialización a lo interno de la asociaciones y fomentado la celebración de ferias agrícolas, así como construyendo carretas para el transporte de la producción a los mercados locales. Los ingresos obtenidos por las asociaciones en este sentido han aumentado considerablemente, llegando casi al millón de meticales por los excedentes comercializados de la última campaña agrícola, lo que contribuye de esta manera a su fortalecimiento económico.

Como estrategia de sostenibilidad se llevó a cabo una capacitación de promotores agrícolas y pecuarios, quienes posteriormente acompañaron a los técnicos en su trabajo diario con las asociaciones. Estas personas han adquirido una formación y conocimientos más completos, quedando al servicio de sus comunidades. Queda patente en el caso de los promotores pecuarios quienes, además de haber dado asistencia sanitaria al ganado entregado a las asociaciones, velan por el bienestar del resto del ganado de sus comunidades, reduciendo de manera patente la mortalidad.

Tratando de diversificar las opciones de ingresos de las familias, y siempre teniendo en cuenta el manejo sostenible de los recursos naturales, se comenzó a trabajar con grupos de personas que estaban interesados en desarrollar diferentes iniciativas productivas, desarrollándose finalmente una relacionada con la apicultura. Se ha conformado una asociación que cuenta con varias colmenas, así como con el conocimiento y equipamiento necesario para el manejo de las abejas. La actividad de producción de miel, además de servir a las personas para la mejora de la salud nutricional y el aumento de sus ingresos por la venta, ayuda a la protección del medio ambiente debido a la polinización de las flores llevada a cabo por las abejas.

En el ámbito organizativo, las asociaciones no se han fortalecido simplemente gracias a las capacitaciones llevadas a cabo en este sentido sino, sobre todo, gracias al papel de dinamizador que ha jugado la figura del técnico contratado por el proyecto. Su presencia permanente, las metodologías utilizadas, la organización del trabajo… todo ello ha contribuido al funcionamiento colectivo y democrático de las asociaciones. Los momentos de reunión y reflexión colectiva, tras la jornada de trabajo en los campos de producción, han sido espacios informales de enorme importancia en esta construcción.

               

Este avance madurativo como grupo se ha puesto de relieve en el ejercicio de las tareas que cada persona de la junta directiva tenía que desempeñar, llevando a cabo las rendiciones de cuentas correspondientes al resto de miembros en las reuniones correspondientes. Es importante el porcentaje de una mayoría de mujeres en estos cargos, especialmente en la presidencia, donde las seis asociaciones están presididas por mujeres. No sólo porque las mujeres estén presentes en los espacios de toma de decisiones sino porque es un reflejo de la composición de las propias organizaciones, donde representan la inmensa mayoría de sus miembros. La gestión de los recursos y la organización del trabajo se han establecido de manera consensuada, estableciendo mecanismos para garantizar su cumplimiento por parte de todas las personas. Todo este proceso de fortalecimiento se reforzó mediante intercambios de experiencias entre las propias asociaciones así como con otras de mayor recorrido del vecino Distrito de Chigubo, donde se pudo ver de primera mano los avances conseguidos gracias a un trabajo asociativo fuerte y un nivel avanzado de organización.

En cuanto a la participación comunitaria en el desarrollo local, el trabajo consistió principalmente en realizar una serie de capacitaciones con el objetivo de que la población conociese la organización y funcionamiento (y, a veces, incluso la existencia) de los principales espacios para la toma de decisiones respecto al desarrollo del territorio, así como para la gestión de los recursos comunitarios. Con ello se pretendía concienciar a las personas sobre su derecho al territorio y la necesidad de participar de manera activa en los mismos.

               

En lo que respecta al impulso de la equidad de género, se llevó a cabo un proceso de trabajo intenso con las comunidades para hacer visible que la situación de injusticia en que se encuentra la mujer respecto al hombre está oculta en la cotidianeidad y, por tanto, ausente en el debate y la reflexión colectiva que permita cuestionarla. En primer lugar se formó a hombres y mujeres sobre conceptos básicos de género, utilizando metodologías que permitían exponer de manera natural los problemas y posteriormente provocar una reflexión acerca del mismo. También se capacitó sobre la legislación existente en materia de violencia contra las mujeres, una realidad muy frecuente en la vida de las comunidades, utilizando el teatro del oprimido como técnica esencial para el tratamiento de un tema de tanta dureza. A raíz de estas formaciones se crearon tres comisiones de género que realizaron sensibilizaciones en las comunidades, aprovechando los encuentros comunitarios, y dieron asistencia a familias con situaciones de violencia de género.

               

Es importante resaltar que los avances en este sentido son más importantes de lo que puede parecer a simple vista. Se ha hecho visible la situación de desigualdad de las mujeres en relación a los hombres, identificando las causas de esa desigualdad y admitiendo la existencia de estructuras y valores patriarcales, que por un lado garantizan la subordinación de las mujeres y, por otra, la legitiman. En resumen, se han cuestionado las bases de la discriminación y los modelos de dominación, dejando patente que la igualdad de género no es un problema de las mujeres sino una cuestión de derechos humanos y un desafío en lo que respecta a la sociedad mozambiqueña.