Ciudades para la comunicación, la educación y la ciudadanía

La cultura actúa como mediadora de una serie de procesos que construyen espacios más complejos, más humanos, donde las apropiaciones, afirmaciones y desobediencias sirven para añadir nuevos valores estéticos y conquistan nuevos territorios,  afrontando un modelo hegemónico donde sólo el poder parece que ostente la prerrogativa de  decir y construir. Para contribuir al significado de una cultura ciudadana, de una cultura de los derechos, debemos asumir que en este ámbito el conflicto es una expresión de las interacciones culturales, el conflicto es necesario para denunciar, reivindicar y llegar a consensos en la vida pública.
Cultura y comunicación son dos caras de la misma moneda, y en la ciudad ambas interactúan. La ciudad a través de su urbanismo, del control de los medios de comunicación, de la utilización de los espacios públicos, del destino de los recursos, de la política social, cultural y de   participación ciudadana comunica hacia sus ciudadanos una serie valores que a su vez definen la relación del ciudadano con su entorno. Por eso el derecho a la comunicación está íntimamente relacionado con los derechos culturales, y es necesario en la construcción de una ciudadanía que reclama y defiende sus derechos en lo local, al mismo tiempo que es capaz de identificar elementos comunes para una ciudadanía global.
El derecho a la comunicación exige que se creen, en la práctica, las condiciones necesarias para un ciclo positivo de comunicación. Este ciclo involucra una carrera no sólo de búsqueda, recepción y transmisión, sino también de escuchar y de ser escuchado, la comprensión, aprendizaje, creación y respuesta. El derecho a la comunicación incluye un derecho a participar en la cultura en libertad, a acceder a la cultura y a participar de su definición,  a disfrutar los beneficios de la ciencia, la educación, la participación en la gobernanza, la privacidad, la reunión pacífica, la protección de la reputación propia... También requiere medidas que aseguren la diversidad de la propiedad y contenidos de los medios de comunicación y un derecho a que todos tengamos acceso a los medios.

Es cierto que en nuestras ciudades se ha intentado poner al servicio de los ciudadanos nuevas infraestructuras de comunicación: que tengamos Internet en cualquier espacio,  en la biblioteca, en el centro cívico, que en los entornos turísticos recibamos información puntual de qué es lo que va a pasar en la ciudad, nuevas revistas informan cada mes sobre los lugares de copas y de tapas,  cadenas locales de radio y televisión, se han hecho esfuerzos para pasar de lo analógico a lo digital, que haya cuantos más periódicos mejor etc. 

Información-comunicación

Pero esto solo produce información, no es comunicación. La comunicación se produce a través del activismo, la movilización social,  la participación, la construcción conjunta de sentidos, de imaginarios no dejados al azar,  la comunicación es “la lucha de los sujetos por intervenir en la vida colectiva y en el devenir de los procesos políticos concernientes a la convivencia con “el otro” y por participar en la esfera pública, concebida esta como el lugar de convergencia de las distintas voces presentes en la sociedad”, según apunta  Juan Camilo Jaramillo en su artículo “Cinco pistas para imaginar una ciudad comunicada y comunicadora”.
Todos trabajamos, paseamos, disfrutamos del ocio, participamos o no participamos en nuestros espacios próximos, y hacemos posible o no que desde esos distintos espacios se oiga nuestra voz, se denuncie, se  fuerce la negociación y el cambio o la reflexión sobre determinadas políticas públicas. Pero sea cual sea nuestro rol, la ciudad como todos los espacios donde vivimos comunican algo, y educan de una manera o de otra, y crean ciudadanos o simples votantes.

Por eso debemos hacer  una reflexión sobre las prácticas comunicativas que se producen en nuestras ciudades y cómo esas prácticas comunicativas contribuyen a promover valores morales como la convivencia, el compromiso, la participación o si de verdad en esas prácticas se pone en valor la lucha de las personas por “intervenir y participar en la vida colectiva y por poner a circular sus propios sentidos y encontrar una forma de convivir con “el otro” y orienta su trazado y se organiza para que ello pueda suceder en condiciones de igualdad e inclusión”, tal y como sugiere Juan  Camilo Jaramillo.
Idea y proceso

Desde Andalucía, el Centro de Iniciativas para la Cooperación Batá (CIC Batá) ha tomado el relevo en este 2010 de coordinar un espacio de reflexión, de análisis y de debate en torno al papel que juega la comunicación en la construcción de una ciudadanía crítica y transformadora con su entorno local y global. Se trata del III Foro de Educación, Comunicación y Ciudadanía, una iniciativa impulsada en el año 2006 por la organización Mundubat de Pamplona, que tenía como pretensión reunir a expertos y profesionales de la comunicación y educación para el desarrollo de España y de América Latina. Este foro volvió a darse cita en la capital navarra en el 2007, consiguiendo el fortalecimiento de una red de comunicadores, conocida como la red Eurolatinoamericana de comunicación. Ambas convocatorias lograron aunar esfuerzos para, desde los ámbitos autonómicos, impulsar acciones y trabajos con la perspectiva de la comunicación social. En este 2010, CIC Batá juega un papel de intermediación y de aliento para contagiar a nuevos agentes con la perspectiva de reactivar esta red Eurolatinoamericana, dar visibilidad a todas las experiencias existentes relativas a la comunicación, aprender de ellas, y si es posible crear sinergias entre todas para no duplicar esfuerzos y con una sola voz demostrar los resultados y efectos de la comunicación para la transformación social.
Para llegar al III Foro de Educación, Comunicación y Ciudadanía el proceso que estamos vivenciando en Andalucía está siendo interesante. Previo a este encuentro internacional, que tendrá lugar en Córdoba los días 22 y 23 de octubre, CIC Batá ha identificado a organizaciones sociales que trabajan la comunicación como herramienta de educación para el desarrollo, pero también ha convocado a comunicadores sociales, periodistas de medios convencionales, medios ciudadanos, iniciativas de barrio con un amplio componente comunicativo, profesionales del ámbito universitario, entre otros agentes, todos ellos de Andalucía. El espectro ha sido extenso, siendo el punto de encuentro la comunicación. Éste ha sido uno de los elementos enriquecedores: un escenario plural, abierto al debate y el análisis sobre cuestiones que nos atañen en el ámbito de la comunicación y que, por consiguiente, la educación y la ciudadanía entran en el discurso. Se eligieron tres ciudades (Córdoba, Sevilla y Málaga) como lugar de celebración de los tres foros provinciales, donde intentamos agrupar el mayor número posible de actores de las ocho provincias andaluzas y no sólo desde un ámbito urbanita, sino que nuestra pretensión fue hacer posible que municipios pequeños o alejados de las capitales también estuvieran presentes en estos foros de reflexión y de encuentro. En este proceso, participaron cerca de 100 personas, aunque la identificación de organizaciones fue mayor.  Con los foros provinciales hemos conseguido crear un mapeo andaluz de la comunicación. Hemos analizado en qué estado se encuentra la comunicación en Andalucía, nos hemos conocido y reconocido, hemos aprendido y sobre todo hemos comprobado la necesidad, la motivación, el empuje e incluso la reivindicación que hay de entrelazarnos y no duplicar esfuerzos. ¿Es posible activar un nodo andaluz de la comunicación?
De la agenda planteada y del debate sobre  cuestiones que nos afectan a diario, como ciudadanía, afloraron reflexiones y propuestas de actuación. Se discutió sobre los obstáculos existentes para ejercer el derecho a la comunicación,  la necesidad de apoderarnos de este derecho y deber, de hacernos oír y escuchar…  Se habló de la relación con los medios de comunicación generalistas, la urgencia de familiarizarse con la estructura mediática nacional e internacional, también conocer las rutinas productivas de los medios de difusión, y de incorporar en nuestras relaciones a los medios alternativos, ciudadanos y comunitarios.

Edu-comunicación

En este sentido, se apostó por la edu-comunicación, es decir, enseñar a los jóvenes y a las personas adultas,  desde la escuela y desde el ámbito asociativo,  a discernir entre información y opinión, interpretar los mensajes mediáticos,  leer las imágenes de la prensa y de la publicidad… por tanto, crear opinión pública crítica. En este proceso educativo, por qué no incidir en la apropiación de las herramientas tecnológicas para experimentar el proceso comunicativo y sobre todo apoderarse del derecho a la comunicación. En este ámbito y teniendo en cuenta la velocidad de vértigo del desarrollo de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC), debemos aprender a usarlas, incorporar estos recursos, siempre y cuando se albergue en una estrategia para usarlas de manera responsable. También llegó la autocrítica en el ámbito de las organizaciones sociales y nuestra manera de comunicar, desde la perspectiva interna y externa. Y, por consiguiente, al constatar que todo proceso comunicativo educa, nos preguntamos si construimos una ciudadanía informada, crítica y transformadora. Pero también si estamos construyendo un imaginario colectivo real, porque también las organizaciones tenemos responsabilidad en este campo. Por tanto, repensar lo que hacemos, rediseñar las estrategias de comunicación y sobre todo ser creativos en este proceso para incidir en el ciudadano del barrio, en nuestro ámbito más cercano.

En este sentido, se reclamó atender las experiencias participativas y de comunicación popular existentes en América Latina y en otros lugares del mundo con el fin de aprender de ellas y constatar que es posible ejercer el derecho  a la comunicación. En ese sentido deberíamos tener en cuenta desde las organizaciones sociales:

•    La comunicación juega un papel en el cambio hacia una sociedad más participativa, justa, solidaria, equitativa. Al asumirse como catalizador de las transformaciones, la comunicación adquiere, por tanto, una dimensión política.
•    La construcción de nuevas relaciones humanas, más horizontales, más centradas en el diálogo, en la vivencia compartida, en el respeto a la diversidad y en la búsqueda común de soluciones y alternativas que nos comprometa como individuos, nos devuelva el sentimiento de pertenencia social.
•    La comunicación –como sinónimo de “hacer juntos”- es transformadora porque su principal materia prima son las personas, aquello que aportan en conocimiento, en saber, en experiencia, en vivencia.
•    La inclusión en cualquier modelo de desarrollo depende del grado de participación e implicación de los agentes sociales en la definición de las prioridades, en el diseño de las estrategias y en la implementación de las acciones que permitan superar desigualdades, corregir desviaciones y encauzar propuestas. En una palabra, el éxito de un modelo de desarrollo depende del modelo de comunicación en el que está basado. Mientras más abiertos los espacios de comunicación entre los agentes sociales, mayor participación, más inclusión. Mientras más inclusivo, más sostenible será el modelo. Así pues, la comunicación no es un elemento accesorio del desarrollo inclusivo y sostenible, sino su eje vertebrador.

El III Foro internacional de Educación, Comunicación y Ciudadanía reunirá en octubre a expertos en las materias y también experiencias de comunicación. Teoría y práctica se juntarán para además de debatir, marcar una agenda de incidencia y de actuación. Los agentes sociales participantes de los foros provinciales de Andalucía así lo han expresado. Es el momento de pasar a la acción. Está en juego un pilar de la democracia, como es el derecho a la comunicación y todo lo que implica.  De la comunicación  resulta estrategias de interlocución para la acción, el fortalecimiento de comportamientos sociales para la participación, el  respecto a la diversidad y  el apoderamiento de los  agentes sociales. No olvidemos que con este foro pretendemos posicionar la comunicación para el desarrollo como un elemento central y fundamental  en la construcción de una ciudadanía activa, crítica y transformadora de su entorno, conocedora y comprometida con la realidad del Sur, desde una visión local-global-local.

Artículo publicado en la Revista Pueblos, septiembre de 2010, número 44

Escrito por Rafael Cantero Medina y Elena Nagore Cordón, del área de Educación, Comunicación y Cultura para el Desarrollo de CIC Batá