Comunicación social y migraciones en el contexto del Covid-19

La crisis sanitaria provocada por la epidemia del COVID-19 nos está dejando el verdadero sentido que tiene la solidaridad en nuestra sociedad, una idea que nace en ocasiones de inciativas individuales, pero que adquiere su verdadera utilidad en lo colectivo y que está acompañada de una serie de actitudes y valores fundamentales en estos momentos tan difíciles e inciertos.

La comunicación no escapa al análisis de este estado de alarma social y en ella concurren también multiples aspectos que pueden, por un lado, construir la convivencia y la Paz o, por el contrario, pueden servir de munición para aquellos que buscan ante todo la desestabilización, el miedo o el enfrentamiento. No es un análisis sacado únicamente de la experiencia que estamos teniendo durante la epidemia, es algo que venimos comprobando desde hace tiempo con un sector importante de nuestra sociedad, las personas migrantes. En ningún colectivo como en el de las personas migrantes la comunicación representa algo tan crucial, ningún colectivo representa tanto para el entendimiento y el respeto en nuestra sociedad, pues en el colectivo de personas migrantes confluye la diferencia, los cuidados, los derechos humanos, la igualdad, la solidaridad y una parte importante de nuestra propia identidad como sociedad inclusiva. El ataque adulterado y falso a este colectivo es un ataque a todo esto.

Un colectivo que hasta ahora ha estado presente en esta crisis de dos maneras

Cuando apenas llevábamos una semana de confinamiento, el grupo político Vox planteó una propuesta para incluir en las medidas de la prórroga del estado de alarma que los inmigrantes en situación irregular paguen por la prestación médica que puedan recibir mientras dure la actual crisis del coronavirus. Un ejemplo de como la ultraderecha va a buscar en todo momento, sin respetar circunstancias como las presentes, culpabilizar a las personas migrantes de todo lo malo que le pasa a España. La otra posiblidad era críticar los recortes en la sanidad pública que desde 2012 se han ido produciendo con más o menos incidencia en la práctica totalidad de los gobiernos autónomos. Para la ultraderecha, sus discursos racistas y/o xenófobos no pasan por razonamientos, pruebas o datos estadísticos. Lanzar rumores y falsedades sobre la población migrante solo es un sostén desde donde construir su ideología, dando igual el coste social que tenga, su veracidad o el daño a la convivencia que ocasione.

La estrategia de la ultraderecha de negar a la población migrante su sujetividad social se topa con emociones y simbolismos que podemos encontrar en hechos que se suceden todos lo días. La semana pasada se viralizó el video Miembros del sindicato de Manteros de Barcelona confeccionan mascarillas y batas en su taller para luchar contra el coronavirus. Muchas televisiones, medios digitales y radios lo remarcaron como uno de esos hechos que inyectan energía en un momento en el que este tipo de propuestas comunitarias son importantes para la moral. No solo es destacable en este video la encomiable gesta de un grupo de trabajadores migrantes, que por si misma es destacable. También debemos destacar el hecho de que ellos mismos, empoderados, hicieron posible una nueva narrativa apoyada en una iniciativa propia, construida desde una organización a la que pertenecen, el Sindicato de Manteros de Barcelona. Esa voz propia, esa iniciativa desde sus propios medios, expresada en un correcto catalán por ellos mismos y seguramente difundida desde su red social es un ejemplo  de cómo desde la comunicación social podemos aportar a una nueva narrativa sobre las personas migrantes. Narrativa que, sin duda, debe estar basada en entenderlos-as con naturalidad como actores sociales que tienen cosas que decir en todos los espacios de participación social, desde sus propias asociaciones o colectivos, sobre cuestiones de la vida diaria que a todos y todas nos preocupan (el empleo, la salud, el medioambiente, la solidaridad, la cultura, etc.) y no solo cuando se habla de migraciones, desastres o sucesos desagradables.

Tenemos que estar atentos a todo lo que protagonizan a diario las personas migrantes, lo que sienten, lo que perciben, lo que promueven, integrandoles como una voz más, como una mirada necesaria en espacios comunes. Para nosotros es un ejercicio de diversidad social y cultural que siempre nos va a enriquecer, y es el reflejo también, no podemos negarlo, de los procesos de empobrecimiento y falta de derechos que se producen en muchos países y que nos deben importar en la medida que tendrán un efecto en nuestras vidas en el contexto del mundo globalizado en el que vivimos. Esta crisis del coronavirus es un ejemplo claro de que no podemos estar ajenos a lo que pasa fuera de nuestras fronteras, ahora más que nunca, después de esta dramática lección que estamos viviendo, debemos reforzar las políticas de cooperación y solidadaridad internacional, porque solo desde un marco local-global de políticas solidarias y de cooperación podremos enfrentar los retos globales-locales que se nos avecinan.

Rafa Cantero, presidente de CIC Batá. 

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